Tras dos décadas de caída continua de la natalidad entre 1977 y 1998, lo que llevó a España a ser el país con menor número de hijos por mujer de todo el mundo, los nacimientos tuvieron un cierto repunte de 1999 a 2008, fundamentalmente debido a la aportación en bebés de los inmigrantes llegados poco antes a España. A partir de 2009 se produjo una nueva caída, tras cesar la llegada masiva de inmigrantes, porque cada vez hay menos mujeres españolas en edad fértil, y por la crisis económica. Esa caída ha proseguido con fuerza tras quedar atrás la recesión económica.
En cifras redondas, en 1976, cuando España tenía 36 millones de habitantes y sin apenas extranjeros residentes, nacieron aquí 677.000 niños. En 2017, en una España con 46,5 millones de habitantes, incluyendo 6 millones largos de inmigrantes, nacieron 391.000 niños, de los que menos de 300.000 eran hijos de mujeres nacidas en España. En 2018, por los datos preliminares conocidos, hubo una importante caída adicional en el número de bebés.
Nacen ahora menos niños que durante la guerra civil y la posguerra, en una España muy en precario, y con unos 20 millones de habitantes menos que ahora. Ni siquiera nacían tan pocos niños hacia finales del siglo XVIII, cuando España contaba con unos 10 millones de habitantes, según el censo de Floridablanca.
Y si nos fijamos en lo que sucede a escala regional, varias de nuestras CCAA encabezan los rankings europeos de regiones más infecundas. En media, de 2012 a 2016, según Eurostat, Asturias fue la región de cualquier país europeo, con menos número de hijos por mujer. Canarias fue la segunda. Galicia, la quinta. Cantabria, la sexta. Castilla y León, la novena.