En el conjunto de España mueren más personas de las que nacen. Este saldo negativo es aún mayor en el caso de los españoles autóctonos, y es creciente.
En la gran mayoría de las provincias españolas hay ya más muertes que nacimientos. En alrededor de una decena hay dos o más fallecimientos por cada bebé, siendo este triste balance de tres a uno en Zamora, y de más de 2,5 a 1 en Orense y Lugo (!!!)
En la Unión Europea, la dinámica es muy similar. Tanto en España como en el conjunto de Europa, quitando años de grandes guerras o epidemias, probablemente estemos batiendo récords históricos de diferencias negativas entre nacimientos y muertes.
Con la fecundidad actual y sin nuevos flujos migratorios, la población española tiende a declinar y envejecer más y más. Según nuestras proyecciones demográficas, si se mantuvieran de manera indefinida las tasas de fecundidad de España en 2015-2016, la mortalidad siguiera descendiendo como en las últimas décadas, y no hubiera saldos migratorios netos con el extranjeros, España perdería aproximadamente la mitad de su población total desde ahora as 2100, y unos 2/3 de la que está en las edades laborales típicas. Y en siglos sucesivos, se perdería un 75% de la población remanente.
Al nacer cada año menos bebés, la pérdida de población autóctona empieza por el descenso paulatino del número de niños y jóvenes. Y con algunas décadas de retraso, el conjunto de la población menguaría a un ritmo similar. En la siguiente gráfica se observa cómo se reduciría -y ya se está reduciendo así- el número de adultos jóvenes en cada nueva generación, en la Unión Europea, España y Asturias. NB: se incluye Asturias por ser la región con menor número de hijos por mujer, no ya de España, sino de toda Europa.